(Alex Cross 10) Los Puentes De Londres by James Patterson

(Alex Cross 10) Los Puentes De Londres by James Patterson

Author:James Patterson
Language: es
Format: mobi
Tags: Intriga
Published: 2010-04-25T22:00:00+00:00


62

Henry Seymour no vivía demasiado lejos de la guarida de la Comadreja en Edgware Road, la zona comprendida entre Marble Arch y Paddington que algunos conocían por «el Pequeño Líbano». Esa mañana, el coronel Shafer fue andando hasta la casa del ex miembro del SAS, el Servicio Especial Aéreo, y en el camino se preguntó qué le había pasado a la ciudad, su ciudad, y también a su puñetero país. Qué espectáculo tan desolador.

Las calles estaban llenas de cafeterías, restaurantes y tiendas de árabes. Eran sólo las ocho de la mañana y el aire estaba impregnado ya de los aromas de la cocina oriental: tabulé, sopa de lentejas, bastela. Delante de una papelería, dos ancianos fumaban tabaco con un narguile. «¡Joder! ¿Qué coño le ha pasado a mi país?»

El piso de Henry Seymour estaba situado encima de una tienda de ropa de hombre, y la Comadreja subió directamente al tercer piso. Llamó una vez, y Seymour abrió la puerta.

Shafer se preocupó en cuanto lo vio. El hombre había perdido quince o veinte kilos desde la última vez que se habían visto, hacía sólo unos meses. Su poblada cabellera rizada había desaparecido casi por completo, y se reducía a ralos mechones de encrespado pelo gris y blanco.

De hecho, a Shafer le costó lo suyo vincular a ese hombre con su antiguo compañero del ejército, uno de los mayores expertos en demoliciones que había conocido. Habían luchado codo con codo en la Tormenta del Desierto, y más adelante como mercenarios en Sierra Leona. En la Tormenta del Desierto, Shafer y Seymour habían formado parte del Comando de Movilidad del SAS, cuya misión principal consistía en cruzar las líneas enemigas y tratar de sembrar el caos.

En ese momento, el pobre Henry no parecía muy capaz de provocar el caos, aunque a veces las apariencias engañan. Ojalá fuera así.

—¿Estás preparado para trabajar en una misión importante? —preguntó Shafer.

Henry Seymour sonrió. Le faltaban dos dientes delanteros.

—Espero que sea suicida —dijo.

—De hecho, es una idea tentadora —repuso la Comadreja.

Se sentó enfrente de Henry y le explicó su parte. Su amigo aplaudió cuando terminó de oír el plan.

—Siempre quise volar Londres —dijo—. Soy tu hombre.

—Lo sé —respondió la Comadreja.



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